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Mi corazón no podÃa más, querÃa volver a Sao Paulo, a esa ciudad enorme, compleja, pero que a la vez simboliza “un puerto seguroâ€, cansado de la inseguridad y la violencia que por desgracia impera en México, arreglé todo para trabajar desde la gran metrópoli, llegué y en el aeropuerto, ahà me esperaba Heló mi querida amiga, la más antigua de todos mis amigos de Brasil, con ese cariño que nos ha unido por años, nos abrazamos y me llevó a comer un delicioso bufete en compañÃa de Luciana, para mà era como que el tiempo se detuviera en cámara lenta, como si nunca me hubiera ido de Brasil, los colores, los aromas, la gente, el idioma, simplemente era como estar de nuevo en casa.
Luciana me abrió las puertas de su hogar en donde me hospedé por meses, compartimos muchas cosas, caminábamos por las mañanas, conversábamos, hablamos sobre algunos dilemas, buscábamos soluciones, compartÃamos tareas, en pocas palabras nos acompañamos con cariño y respeto.
Llegar a la oficina de Sao Paulo era algo mágico, ver a mis ex compañeros, a mi ex jefe, esperando con un escritorio para mi, ver toda esa alegrÃa, cuánto los habÃa extrañado, como se dice en portugués “quantas saudades meu Deus.â€; nuevamente era compartir las anécdotas, las risas, fue simplemente maravilloso.
Cada mañana mà adorada güera “Loira†pasaba por mà para llevarme al trabajo, mi gaucha querida, una gran amiga, compartimos muchos de los almuerzos en el trabajo, soportaba mis bromas y salÃamos a tomar un trago con sus amigos, esa niña juguetona que será siempre espacial para mÃ.
A los pocos dÃas me recuentro con Lucia, la querida “Támara Narcisa Mayorâ€; la querida hermana con quien tanto converso, una guerrera, llena de amor, una mariposa en trasformación, duramos horas conversando, reÃamos, reflexionábamos, en dos años han pasado tantas cosas ….
El primer fin de semana tocaba almuerzo con mis queridas “empleadasâ€; era como estar en el centro de un gallinero, todas hablaban a la vez y no se entendÃa nada; Lucia, Renata, Lissandra, Luciana, en medio de una suerte de comida, risas y palabras…. Cómo olvidar esos domingos, imposible.
Al poco tiempo las llamadas de los amigos, Ricardo, Zeca, Marcelo, Cesar, Fernando, Marcos, Moisés, compartir un café, actualizarnos de la vida, conocer las novedades de Sao Paulo, ver los lazos de amistad que perduran.
Organizar un almuerzo mexicano, para quien no lo pueda creer… asà fue… cociné para mis amigos, quesadillas, mole, guacamole, frijoles, todo una delicia….
Cada viaje a Brasil me va dando regalos, experiencias, enseñanzas, David fue sin duda el gran presente, encontrar toda esa sincronÃa en experiencias, emociones, la paternidad, la lucha por los hijos, los sueños profesionales, asà como personales, el reencuentro con Brasilia, la pujanza de la capital, los viaje por Goiás y Belo Horizonte, los nuevos caminos que se abren misteriosamente… el asombro… la comunión.
En este viaje realicé un gran deseo, ir al mayor rodeo de Brasil “Barretosâ€, Fernando me invitó con sus amigos, que me recibieron en su casa de campo, vivimos la gran fiesta, mucho baile, conciertos, cantos, comida… la euforia de una gran fiesta.. Mi gratitud infinita…
Llegué a Sao Paulo con ciertos planes hechos, dejé vivir la experiencia y deshice los planes para fluir , conocer seres humanos de primer nivel, cambie mis planes, mis viajes, disfruté lo que Brasil en su abundancia me daba; no obstante el dolor de la despedida me rondaba, las cenas para desear feliz viaje, la compañÃa de la Güera y David en el aeropuerto, tristeza por tener que partir, pero mi interior lleno de experiencias, de gratitud, de certezas que es un hasta pronto…, porque ahà tengo raÃces …. Cosas poderosas siempre suceden en Brasil no cabe duda.
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