No fue fácil maniobrar 7 maletas con casi 90 kilos de equipaje, estaba exhausto, la noche anterior no había podido dormir por todas las emociones encontradas entre dejar Brasil y volver a México, ver a mi familia y a mis amigos, mi madre con sus casi 88 años que añoraba mi regreso cada día, mi casa, mis cosas, en fin.
Tomé un medicamento fuerte para dormir en el avión, la espalda me dolía por tanto esfuerzo, pero calme mi mente y me prepare para mi regreso.

En Guadalajara me esperaban en el aeropuerto, mi mamá que con paso cansado y adolorido por los años me abrazo emocionada, mis hermana Angelina, Adolfo mi hermano, Pina con una sonrisa radiante como sol, Aida con la ternura que la caracteriza y un gran ramo de flores con un globo de bienvenida.
Llegamos a mi casa, estaba perfectamente limpia, iluminada como un cristal, la mesa puesta, Dorina había preparado todo para que mi regreso fuera placentero, recorrí cada espacio y me fui ubicando en mi nueva realidad.

Mi madre y hermanos cocinaron platillos que me agradan y comimos todos en mi casa; les conté mis anécdotas, describí los lugares, las situaciones que viví, conversamos tanto, reímos mucho, rodeado de un profundo cariño y mucha armonía, mi casa tiene esa particularidad de dar paz y armonía, la gente se siente en confianza total.
Aprovechamos para tomar fotos, entregué los regalos que les traje de Brasil, se vistieron con camisetas, pareos, banderas de Brasil y junto conmigo agradecimos la experiencia de que yo haya podido vivir en ese país.

Al final Pina se quedó para ayudarme a terminar de desempacar mis maletas, platicamos mucho, me dijo.. No sabes cómo te extrañé, pero sabía que estabas feliz en Brasil y eso me confortaba… nos actualizamos de nuestras vidas, de nuestros amores y desamores, la fui a dejar a su casa y me quede sólo para descansar.
Al día siguiente me levante temprano para caminar en el parque y disfrutar de ese sol generoso que caracteriza a Guadalajara, vi el verde de sus árboles, tome un baño y me fui a la oficina para ver a mis compañeros; me dio un enorme gusto ver a tanta gente querida y sobre todo recibir la bienvenida sincera de tantas personas, me di cuenta que de una forma u otra he dejado huella en sus vida al igual que ellos en mi, a fin de cuentas eso es lo que vale en las relaciones humanas, más allá del trabajo, el aprendizaje de tantos años juntos ha dejado lazos que el tiempo mantiene.