Héctor, es completamente conmovedor ver de que manera y con cuanta constancia has ido trabajando dìa a dìa en el recuerdo imborrable de tus amadas hijas.

A pesar de lo injusto de la fuerza que te prohìbe verlas, y del abuso de poder de que has sido objeto, que te hizo inaguantable la impotencia de tenerlas cerca y no poder abrazarlas, ya ni siquiera en el parque donde te habìan permitido su presencia, acompañadas de su mamà... lo que te decidiò a aceptar el trabajo fuera del paìs, para tener al menos una explicaciòn lògica para no verlas y tocarlas... miles de kilòmetros de por medio... a pesar de todo èsto, no decides odiar ni actuar destructivamente, sino ir acumulando cariños, pensamientos de dicha de amor y de armonìa para su regalo, cuando tengan la posibilidad de revisar TU LEGADO.

Yo recuerdo, desde el dìa en que nos conocìmos, còmo me pasabas sus pelìculas, còmo nos mostrabas las fotos y hablabas de ellas todo el tiempo. Estoy segura de que el amor llega, aùn a distancia, contra la ausencia y contra los vientos y mareas de la destructividad y la patologìa de quienes decidieron prohibirte expresarles tu amor de padre. Derecho que es increìble que te hubieran negado.

En lo personal, me consta tu calidad humana, tu entrega a los demàs y constante preocupaciòn por servir al pròjimo. Te ganas inmediatamente a la gente con tu manera de tratar a los màs sencillos y humildes y tu sentido del humor e inteligencia para tus amigos. Nunca haces distinciòn entre las personas, te entregas, punto.
Ojalà algùn dìa tus dos pequeñas sepan a que grado las amas, a que punto has llegado en tu desesperaciòn de no verlas y besarlas, y decirles tus verdaderos sentimientos... no los que quizà les han contado que tienes. Todos los que te rodeamos y conocemos personalmente, ìntimamente, sabemos tu capacidad de amor. Y lo màs importante es que Dios tambien lo sabe. El permitirà que màs temprano que tarde puedas estar en la presencia de ambas y entregarles tu cariño directamente.


Sofía P. Cadavieco de Hol ghiridara@yahoo.com.mx